jueves, 23 de abril de 2020

BREVES HISTORIAS DE RADIO - 5

5.- LOS OFENSORES

Hace 50 años, la Radio era la compañera insustituible, inevitable, imprescindible. El dial AM estaba pletórico de estaciones compitiendo por capturar oyentes mediante programas de música, noticias, humor y radioteatros. Estos últimos gozaban de la mayor popularidad y audiencia con una fidelidad cotidiana, casi religiosa.  

Entre todos los radioteatros, uno de ellos llegó a ser amo y señor de las noches criollas.
LA TERCERA OREJA, a partir de las 22 horas, de lunes a viernes, en Radio Agricultura, se apoderaba de la sintonía chilena de modo apabullante. Su contenido era una elegante mezcla novelada de intriga, suspenso y misterio policial con un relator al estilo de Alfred Hitchcock. Y se mantuvo sin contrapeso durante años.

Para Radio Portales, acostumbrada a ser "La primera de Chile",  resignarse a ceder sus auditores durante una hora cada noche era un tormento insoportable. Mientras busca desesperadamente una solución, la Gerencia contrata al elenco de Christie Brand, guionista y dueña de "Lo que Cuenta el Viento" y "Confidencias de un Espejo", dos emblemáticos y exitosos radioteatros para reforzar la sintonía de horarios cercanos al mediodía sin imaginar que allí venía, sin pretenderlo, una carta de triunfo definitiva y arrolladora.

El esposo de Christie Brand, un completo desconocido hasta entonces en las artes radiales dará un golpe maestro a la cátedra.
Omar Farrer Santamarina propone a los ejecutivos de la Portales crear y montar un radioteatro encabezado por un relator de voz ronca, hipnótica y enigmática guiando historias sórdidas de crímenes inconfesables, sexo, lujuria e inmoralidades. La voz sería la suya propia y natural. Con un detalle subyugante: no serían narraciones inventadas sino relatos de vivencias anónimas enviadas por los auditores de la radio. Y probar suerte en el alicaído horario nocturno. 

Se atrevería el público a enviar cartas contando sus secretos más íntimos y escabrosos amparados en la promesa formal de anonimato?
Una proposición audaz e insólita cuya respuesta ha sido afirmativa ya dos veces en Chile con el mísmo éxito desbordante para dos personajes.
Hace 50 años Omar Farrer y años después Roberto Artiagoitía (el Rumpi).
Sobra decir que muy poco tiempo más duró la era de La Tercera Oreja y comenzó el reinado de LOS OFENSORES. 

Omar era un tipo muy agradable, extremadamente delgado, bajito. Se dejaba una barba sobre el mentón. Reflexivo, observador, muy culto y de lenguaje elegante. Jamás le oí decir un garabato. Nunca nos anticipaba sobre cuál sería el tema de cada noche. Escogía personal y cuidadosamente entre las historias que le llegaban para estructurar sus relatos. Con una única excepción.

Un día nos fue pidiendo la opinión, reservadamente, sobre una de las cartas recibidas. En el asunto no intervino la Gerencia ni jefe alguno. Solo sus amigos más confiables. El relato nos dejó helados. Las dudas nos atormentaron durante una semana. Finalmente, la decisión unánime fue no publicar la historia; dar una sugerencia a los involucrados y guardar el secreto para siempre.

Pero han pasado 50 años...
La carta fue enviada por una joven pareja proveniente de una familia acomodada. A poco de casarse y quedar ella embarazada, su marido muere en un accidente. Eran dueños de un floreciente negocio en el centro de una ciudad grande de Chile. Al nacer su hijo, la joven viuda se vuelca por entero a criarlo descartando cualquiera nueva relación sentimental. Sólo vive para su hijo. Cuando el joven culmina su enseñanza secundaria, ella lo acompaña a la fiesta de Graduación. De vuelta en casa siguen celebrando eufóricos hasta emborracharse.

Esa noche comparten una cama y comienzan una relación incestuosa constante y secreta que los une inseparablemente hasta que ella queda embarazada.  Nadie en el resto de la familia y amistades sospecha nada. Pero el tiempo pasa velozmente y ambos deben tomar una decisión que resuelva sin víctimas la situación que protagonizan. El lazo que han construido es demasiado fuerte como para romperlo. Antes que eso prefieren morir. Deciden escribir a la Radio pidiendo un consejo que los ayude a resolver su horrendo drama.

No se si los lectores van a concordar con nosotros. Lo cierto es que les recomendamos no confesar a nadie más el asunto. Decir a todas sus relaciones que planean hacer un viaje de vacaciones inventando un destino falso. Reducir a dinero todos sus bienes de modo cauteloso y progresivo, abandonar el país para siempre y comenzar una nueva vida con otra identidad en algún lugar del mundo donde nadie los pudiera reconocer.

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